Ensayo Fotográfico sobre las mujeres y su forma de vivir, para revista Convivimos

Fotos y Texto: Lucia Baragli

“Single”

Single es un ensayo sobre mujeres solas que nació a partir de una pregunta. La respuesta es un universo particular que se compone a partir de imágenes que describen percepciones y texturas diversas.

Por qué tantas mujeres viven solas?, me pregunté a principios de 2010. Hacía un año que había terminado una relación de media década, y el cambio de rumbo había dejado la idea que resonaba en mi cabeza.
Como buena leonina –única poseedora de la verdad–, recurrí a mis amigas con la intención de develar la incógnita. Pero pareciera que no hay lugar para certezas en el universo femenino. Las horas invertidas en mates, charlas y desvelos no me sirvieron de mucho. Fue por eso que decidí buscar la respuesta donde mejor sé hacerlo: camuflada detrás de mi cámara.
Así surgió Single, el retrato de 29 mujeres que se las arreglan solas entre cuatro paredes -y de las que aquí muestro seis-, un trabajo que aun hoy, a mis 31 años, declaro incompleto. ¿Por qué? Porque a pesar de haber explorado sus vidas, aun persiste mi inquietud original. Primero fue Marina (32), la cuñada soltera de una amiga. En su baño encontré dos cepillos de dientes y en su habitación, una cama de dos plazas. Desconfié un poco de su placer por vivir sola y ella me respondió: “Me gusta. Es mi refugio y mi espacio. Cuando dejo de disfrutar la soledad, recibo gente. Mi casa siempre está abierta”.

Después le siguió Brenda, mi amiga, casi hermana, desde hacía quince años. Conocía cada detalle de sus razones para vivir sola, pero igual le pregunté. “Manejo mis tiempos y gano paz. Vivir sola puede ser algo maravilloso, pero los momentos de soledad pueden tornarse muy tristes”, me contestó. Una de las últimas visitas fue a Palma (77), la tía rebelde de una amiga. Recuerdo la luz de su casa, los lienzos terminados resplandeciendo en la pared y los inconclusos que pedían permiso por los rincones. Ella vive sola desde que su mamá se mudó al cielo, hace unos 10 años. La voz suave y rasposa de Palma me relató años de noviazgo, viajes por Europa y una carrera de modista. Siempre le dijo que no al matrimonio. ¿A ella sí le encantaba vivir sola? Sus ojos claros se encendieron y aseguró sin titubear: “Hago lo que se me canta, manejo mi vida a mi gusto y disfruto equivocándome”.

De cada una de las 29 mujeres que fotografié, me quedan bellos recuerdos y un retrato blanco y negro. Siento que, aunque sean ellas las protagonistas de esta historia, cada una de esas fotos me identifica como mujer. Ya lo dijo Simone de Beauvoir: “No se nace mujer, se llega a serlo”.