Entrevista a la artista y creadora del “Proyecto menos es más” Natalia Perez para revista Convivimos

Foto y Texto: Lucia Baragli

“Mi cliente más grande es la Tierra”

Estudió Pintura y Diseño Industrial en la UBA y se recibió de diseñadora de interiores en el Instituto ABM. Amante de la naturaleza, transmite esa pasión en sus proyectos de diseño de alternativas socioambientales.
Es fundadora y directora de Do Diseño Originario y de Proyecto Menos es Más.

Si uno le pregunta a Natalia Pérez (31, nacida en el barrio porteño de Pompeya) qué es la magia, ella responde: “Es esa conexión inesperada que vincula cada acontecimiento de nuestra vida”. Muchos de esos acontecimientos tuvieron cita en su infancia; el consejo de una amiga sobre el cuidado del medioambiente, la complicidad de un abuelo y el aroma inolvidable de los óleos. Todas esas conexiones hoy se transformaron en proyectos de diseño sustentable.
Creció rodeada de primos varones y muñecas con las que no jugaba. “Me entretenía construyéndoles muebles y ropa para que habitaran el lugar, disfrutaba haciendo maquetas que usaban de casa y, con mi viejo, les hacíamos el tendido eléctrico. Me gustaba explorar, descubrir cómo funcionaban las cosas. Desde chica tuve muy claro lo que quería hacer”.
Los sábados estaban impregnados de color y el aire se llenaba de olor a tíner. “Era el aroma más rico que podía sentir”, recuerda. Cuando Antonio Carrion, su profesor de pintura, abría las puertas de su casa, se iniciaba un remolino de colores y sensaciones. Otra manera de pasar las tardes era con sus abuelos: “Uno de ellos era maestro mayor de obras. En el galpón del fondo de su casa, guardaba muchos materiales y a mí me encantaba ir a investigar. Con todos los descartes de las obras, armábamos cosas maravillosas.
Allí nació mi primer contacto con el reciclado”. Toda esa fuerza, curiosidad y entusiasmo hoy se encuentran en cada uno de sus proyectos y diseños. “En el juego de sillas y mesa que tengo en casa comían mis viejos y mis tías antes de que yo naciera. Viví todos los colores que tuvieron esas patas, viví toda esa transformación. Me gusta cuando los objetos narran su historia”.

“Mientras estudiaba,
supe que quería trabajar
por mi cuenta tomando
como punto de partida el
cuidado medioambiental
y el desarrollo social”.

COSAS CON HISTORIA

En la esquina, un sillón negro, esponjoso y petiso aguarda a que alguien lo habite. Pero el tiempo pasa y se apropia de él. Nació de un proyecto universitario, una historia familiar y la necesidad de diseñar con conciencia sustentable. “Mientras estudiaba, supe que quería trabajar por mi cuenta tomando como punto de partida el cuidado medioambiental y el desarrollo social”, comenta Natalia. Fue así que, en el 2010, desarrolló el Estudio de Arte y Diseño “Proyecto Menos es Más”. Inspirada en la Bauhaus y en la frase de Mies Van Der Rohe, aborda los proyectos bajo el concepto de “Menos desechos, más diseño”, realizando mobiliarios y desarrollo de productos, diseño de vidrieras e interiores, ambientación y desarrollo tecnológico. A raíz de este emprendimiento y con la sustentabilidad como elemento de partida, integró la beta social.  Fue así que, junto a la Cooperativa de Trabajo La Juanita, del barrio de La Ferrere, en Buenos Aires, desarrollaron alfombras de pompones con descartes de vellón de lana y tela utilizando la técnica oriental Furoshiki.

“El trabajo autogestionado y las personas que forman parte de este proceso deben ser tan visibles como el diseñador. Logramos elaborar un producto a mano con felicidad y dignidad. Esa es la dirección en la que quiero seguir construyendo. Comprendí que el resultado final no es simplemente un bien que se consume y se desecha. Entendí que hay una historia a través de las cosas y un proceso que debe ser comunicado”.

RESPETAR LA TIERRA

“Divertirme es un factor clave que atraviesa todos mis procesos de diseño”. Respetar los tres pilares de la sustentabilidad es otro de esos factores. Lo económico, lo social y ambiental son un mismo componente. Es imposible separarlos ya que la búsqueda se basa en el equilibrio.
“Nuestros ancestros tenían muy claro cómo trabajar de manera sustentable. De la adversidad, muchas veces, nace la creatividad, con pocas herramientas, hacían cosas grandiosas para que perduraran en el tiempo. Esto ha cambiado drásticamente, sin embargo, siempre hay personas dispuestas a recordar lo olvidado y a recuperar los conocimientos que mantienen el equilibrio natural”, afirma. Entre las que siempre respetaron la tierra y la cuidaron se encuentran las comunidades originarias. “Admiro su conocimiento, la sabiduría y el legado cultural que transmiten”. De allí surgió el DO Diseño Originario”. Junto a la comunidad Guaraní Ka Aguy Porá, de Andresito, Misiones, y un grupo de voluntarios, pudieron llevar a cabo este proyecto. Desarrollaron las condiciones necesarias para potenciar el diseño originario de sus canastos y con éstos realizaron lámparas. Manteniendo el canasto como elemento principal, el resto de los componentes funcionaron como soporte, logrando así comunicar el legado cultural de la comunidad.
Utilizaron para ello el bambú, materia prima con la que ellos desarrollan la cestería. Las lámparas poseen un 80% de material biodegradable. Al mismo tiempo, redujeron los eslabones productivos al mínimo para bajar el consumo energético y trabajaron a partir de los lineamientos del comercio justo.
Potenciaron el desarrollo local a través de la puesta en valor del conocimiento de las comunidades indígenas, generando así una alternativa responsable, sustentable y originaria. “Acá, lo que más importa no es el diseño, sino el vínculo con la comunidad.
A medida que el proyecto fue avanzando, la relación se hizo más profunda y eso fue esencial”, comenta Natalia. “Estoy convencida de que lo que hace significativo nuestro tiempo es hacer lo que nos gusta, lo que nos apasiona. Por eso, cuando hice la investigación sobre sustentabilidad para el Proyecto DO, traté de vincular todo lo que amaba hacer: viajar, conocer y diseñar de manera sustentable. Superé exponencialmente lo esperado”, dice con una sonrisa. “Trascenderme y conocerme me ayuda a saber dónde estoy parada en el presente y hacia dónde direccionar el futuro. Mi búsqueda personal –agrega- es un juego de consignas que luego se aplican a lo profesional”.