Entrevista a la dirigente de fútbol femenino Evelina Cabrera para Revista Convivimos

Fotos y Texto: Lucia Baragli

“Un sueño redondo”

Evelina Cabrera se crió en un barrio humilde y vivió su adolescencia en la calle, haciendo changas y cuidando coches.
Hoy es técnica de fútbol, coach ontológico y el principal referente femenino del deporte.

Desde hace una década, todos los 19 del mes, se repite la escena: Evelina Cabrera –sus ojos negrosy brillantes como una tormenta de verano–entra a una iglesia, estampita en mano,para cumplir su pacto con San Expedito. Siempre, hasta ahora, hubo una causa justa y urgente que la arrastró hasta allí. Siempre, hasta ahora, él le cumplió. “Yo le pido y le tengo que dar algo a cambio, así mantenemos el vínculo”, explica. Evelina creció en un barrio humilde de San Fernando, en la provincia de Buenos Aires. Cuando tenía 13 años, sus padres se separaron y, en medio de una situación familiar revoltosa, comenzó una historia que no deparaba un final feliz. Pasó su adolescencia de un lado a otro, dormía en la calle o en casa de amigas, y comía lo que encontraba en la basura. Trabajó haciendo changas, cuidando autos y prostitutas, repartió volantes, tocó los timbales en un grupo de cumbia y fue bailarina en un club nocturno, hasta que un día, con la convicción de que nada en su vida tenía sentido, decidió poner el punto final: “Tomé todo lo que tenía adelante, pero fallé”, cuenta.

Hoy, con 30 años, confiesa que en la calle pasó hambre y sufrió la indiferencia de la gente. Dice, también, que allí conoció el valor de la lealtad: “Aprendí a tener códigos y que la palabra va seguida de una acción”. Luego de haber atravesado situaciones difíciles, decidió retomar las riendas de su vida: se alejó de un novio que la golpeaba, recuperó sus vínculos familiares y consiguió trabajo. Al poco tiempo, una amiga la invitó a jugar al fútbol y allí comenzó un nuevo capítulo. “Era super pata dura, pero tenía muchas ganas de jugar”, explica. Todo venía bien hasta que, luego de aquellos años de malos hábitos, el cuerpo le pasó factura y la alejó de la cancha debido a un tumor: “Ahí decidí que quería ser entrenadora”.
Fue así que se recibió de técnica de fútbol en la Asociación de Técnicos de Fútbol Argentino (A.T.F.A.) y de coach ontológico, disciplina que trabaja sobre la fortaleza de las personas.

Con todos esos conocimientos creó el Método EC, que une el entrenamiento físico con lo emocional, brindando herramientas para poder afrontar no sólo las exigencias deportivas, sino también aquellas que se presentan en la vida cotidiana. “Ten cuidado con lo que deseas, pues podría hacerse realidad” es hoy su frase de cabecera. Y es que cuando Evelina sueña, lo hace a lo grande. Desde chica fue la que unía a las personas formando grupos con diferentes propósitos: hacer una coreografía de Reina Reech con todos los amigos de su cuadra, crear un club de pesca de ranas en la pileta del fondo de su casa o saltar una larguísima soga todos juntos y al mismo tiempo.

Hoy sus sueños son otros, pero el impulso hacia un único y firme objetivo es el mismo: la unión. “Me encanta unir y trabajar con la gente. Dentro de la cancha no importa de dónde venís, ahí todas se necesitan entre todas”. Y así encontró lo que buscaba: un grupo de pertenencia. “Eso es lo lindo del fútbol”. Junto a Mariela Viola, su coequiper en la vida y en emprendimientos deportivos, crearon la Asociación de Fútbol Femenino Argentina (A.F.F.AR.), que nuclea a más de un millón de mujeres en todo el país. Con la premisa “El deporte no tiene género”, desde hace cuatro años trabajan con la idea de fortalecer el desarrollo del fútbol femenino, usándolo como herramienta para luchar contra la violencia hacia las mujeres. “Me gusta que mis alumnas sean autónomas y poder brindarles salud”, cuenta Evelina.

En 2016 formó el primer equipo de fútbol para mujeres con discapacidad visual de Buenos Aires, Las Ramonas, que junto a jugadoras de los equipos de Córdoba y Salta conforman el Seleccionado Femenino Nacional de Fútbol Ciego: Las Luciérnagas. Además, lanzó su escuela de fútbol femenino EVCA junto a la Fundación Boca Social, donde el 40 por ciento de las alumnas están becadas: “Queremos que todas tengan acceso al deporte y, por sobre todo, empoderar a la mujer a través del fútbol”, explica. Las jugadoras de Evelina resaltan en el montón por una cualidad: siempre están juntas y son las primeras en ayudar. “Yo soy muy pasional y hago todo a fondo. En la vida me pasaron cosas malas, tuve aciertos y desaciertos –reconoce–, pero querer cambiar esa realidad hizo que no me detuviera”.